Los pacientes que sufren de dolores óseos y articulares, saben que con el frío del invierno, estos dolores aumentan. El hueso es la estructura del cuerpo a la más difícilmente puede calentar nuestra sangre, al ser una estructura sólida, los capilares sanguíneos deben llegar hasta el interior del hueso a través de unos finísimos canales (llamados canales de Havers) para poder nutrir, alimentar y calentar el hueso, por eso el frío no hace sino incrementar el dolor y las molestias de los huesos.
Las personas con artrosis en rodillas o caderas, suelen estar mejor en verano que en invierno. Los dolores de espalda son más frecuentes en invierno, los problemas de cervicales, con el frío empeoran no solo por lo dicho anteriormente sobre los huesos, sino porque además, al sentir frio nos encogemos, generando además mucha tensión en los músculos de las cervicales que no hará sino empeorar gravemente las molestias y los dolores, por eso es fundamental abrigarnos siempre bien el cuello con pañuelos o bufandas. Las personas que sufren de dolor lumbar crónico, por hernias discales, desgaste de cartílagos, protusiones de disco o simplemente por sobrecarga muscular, también suelen empeorar con el frío. Y las personas que sufren de dolores reumáticos también, ya que el calor ayuda a disolverlos y calma las molestias.
Vemos pues que este grupo de patologías gusta más del calor y agrava con el frío. ¿Qué podemos hacer para mejorar? Evidentemente la respuesta es evitar enfriarnos y aportar calor, pero ¿qué tipo de calor es el mejor? Para todas estas molestias suele aliviar la aplicación de calor en forma de almohadilla eléctrica, cataplasmas calientes, etc.. pero el mejor calor es el que es capaz de calentar los huesos por dentro, las personas con dolores óseos saben que a veces por mucho que se abriguen el frío se les «ha metido en los huesos» y no acaban de entrar en calor. Para conseguir que el calor llegue a los huesos podemos usar duchas o bañeras de agua caliente que rápidamente sí nos harán entrar en calor. También son muy útiles las frotaciones en seco, con un guante de crin frotamos la piel y notaremos que la piel enrojece y se pone caliente, eso quiere decir que estamos activando la microcirculación capilar que será la que llevará más sangre al interior de los huesos y así los calentará por dentro. También pueden ser muy recomendables los masajes que activan la circulación y permiten que está llegue mejor a los músculos y huesos. También reconforta tomar alimentos y bebidas bien calientes. Y por supuesto, el mejor de los modos de conseguir calentar los huesos es el ejercicio. El ejercicio y el movimiento bombean con fuerza nuestra sangre por el interior de nuestras arterias y venas y así puede llegar a todos los rincones de nuestro cuerpo y aportarnos el tan beneficioso calor que necesitamos. No olvidemos que el encargado de aportar calor al cuerpo no es otro que nuestra sangre y nuestro sistema cardiovascular, todo lo que mejore nuestra irrigación sanguínea, mejorará nuestros huesos y articulaciones.
Rosana Ferre