EL hígado, la gran fábrica de nuestro cuerpo que se encarga de que todo funcione correctamente, y de que nuestra calidad de vida sea lo mejor posible a pesar de nosotros y de los excesos que hacemos.
El hígado, órgano que se queda con todo los excesos y metaboliza todos los tóxicos para que nosotros estemos bien…aunque él en silencio vaya enfermando.
El hígado, órgano que no duele, que no grita, que aguanta en silencio… Me atrevería a decir que el único defecto del hígado es que no duele, ojala cada vez que le sometemos a un exceso (alcohol, grasas, fármacos, etc…) nos doliera, así procuraríamos evitarlos. Cualquier otra parte de nuestro cuerpo si la forzamos demasiado se inflama y duele (duelen los pies si andamos mucho; si forzamos los músculos aparecen las agujetas; si comemos mucho, tenemos dolor de barriga; si dormimos poco, dolor de cabeza,…pero no dolor de hígado)
El hígado, sede de nuestra rabia, y nuestra frustración. A nivel emocional, la gente que se comporta como el hígado y acepta con sumisión aquello que en realidad no quiere, aquella persona que no lucha en la vida por sus sueños, está cargado de frustración primero por no sentirse realizados y de rabia después pues echa la culpa a los demás, a la sociedad o a la vida en sí por haberle dado una vida que no quiere,… y ese bloqueo energético se siente y afecta a nuestro hígado. Cuantas cirrosis hay en personas que no beben, que no tienen malos hábitos pero que han llevado una vida muy dura, de aguantar muchísimo, demasiado….
El hígado se relaciona también con nuestro sistema de valores, con nuestras creencias, con nuestra capacidad de discernir lo que es bueno para nosotros de lo que no lo es. Cuando en la vida no nos comportamos según nuestra moral o nuestro sistema de creencias, no nos sentimos bien con nosotros mismo, y de nuevo aparece la frustración y la desilusión, y de nuevo solemos escudarnos echando la culpa a otros, al sistema o al destino, en cuyo caso también vuelve la rabia y de nuevo la vesícula se llena de piedras y el hígado sufre.
El Hígado, es la víscera más voluminosa del ser humano. Pesa alrededor de 1,5 kg, es de color rojo oscuro y está situado en la parte superior derecha de la cavidad abdominal, justo bajo el diafragma.
A diferencia de cualquier otro órgano, el hígado tiene dos vías por las que recibe sangre: la arteria hepática transporta sangre oxigenada procedente del corazón, y la vena porta, que transporta sustancias alimenticias desde el estómago y los intestinos. A través de la arteria hepática el hígado recibe el oxígeno que necesita para trabajar, pero a través de la arteria porta recibe todo lo absorbido en los intestinos, y será misión del hígado decidir qué sustancias son buenas para nosotros y de nuevo las libera al torrente sanguíneo, pero también decidir qué sustancias son tóxicas y metabolizarlas (convertirlas en no tóxicas) si puede y si no, intentar excretaría a través de la bilis. Si por algún motivo no puede, se la quedará almacenada, para salvarnos de ser envenenados por ella. Todo lo que comemos debe pasar primero el filtro del hígado, e incluso lo que son nutrientes vitales para nosotros como las proteínas deben ser metabolizadas por el hígado para que podamos aprovecharlas. Las proteínas en la digestión derivan en aminoácidos, que son absorbidos por la sangre, pero dejan un residuo que son las aminas que son un veneno para nosotros. El hígado deberá convertirlas en ácido úrico que después el riñón orinará, si no excedemos en demasía la ingesta de proteínas no pasará nada, si nos pasamos, se eleva el ácido úrico ya que nuestro riñón no dará abasto para eliminarlo. Por tanto hasta los nutrientes que nos son imprescindibles deben ser filtrados y metabolizados por el hígado para que podamos realmente utilizarlos sin que nos perjudiquen.
El hígado es también nuestro gran almacén y empresa distribuidora de nutrientes, el hígado almacena hierro, glucosa, vitaminas cuando las comemos en exceso y los guarda y almacena hasta el momento en que el cuerpo los pueda necesitar. Por eso cuando el hígado está en hipofunción (cansado), como explicamos en nuestros cursos de naturopatía, uno de los primeros síntomas es la falta de vitalidad y el cansancio, porque empieza a trabajar más lento, y cuando nos hace falta glucosa o nutrientes los libera más lentamente. El hígado regula también la volemia, la cantidad de sangre que tenemos en circulación, de manera que cuando nos sometemos a un esfuerzo y necesitamos energía extra, será misión del hígado liberar más hematíes para que puedan ayudar en el transporte de oxígeno extra.
El hígado regula las grasas, el hígado intenta siempre metabolizar las grasas, para que nos perjudiquen, si tomamos exceso de grasas saturadas, antes de que empiece a subirnos el colesterol, el hígado habrá empezado ya a guardarla y almacenarla, después empezará a subir el colesterol LDL el que llamamos malo, pero constantemente nuestro hígado intentará rebajarlo (pero claro no podrá si no dejamos de atiborrarlo a grasa saturadas) después nos quejaremos de que nos han diagnosticado hígado graso y diremos “¿no sé por qué? Si yo siempre he comido así”, “pues por eso, porque nunca te has cuidado, y tu hígado ahora ya no aguanta más, ojalá te hubiera dado síntomas antes para que te dieras cuenta”.
El hígado, nuestro órgano silente, va trabajando haciendo horas extra, eliminando todo tóxico que entra por nuestra alimentación, los químicos, los fármacos, el alcohol, las grasas saturadas, los excesos, etc. Entra en hiperfunción como decimos los naturóptas, y puede estar muchos años aguantando ese estado de hiperfunción, trabajando de más, pero aunque es el órgano más resistente de nuestro cuerpo, al final también se agotará, y cuando esto ocurre, (sigue sin aparecer dolor) simplemente el hígado empieza a trabajar más lento, (como decimos en naturopatía entra en hipofunción) y entonces todo lo hace más despacio, no puede metabolizar tanta grasa y empieza a subir el colesterol y a depositarse grasa en el hígado, no guarda todos los nutrientes que recibimos y después cuando los necesitamos los libera demasiado poco a poco. Responde con retraso a las demandas de glucosa del cuerpo, etc… Los síntomas que notaremos son cansancio, falta de vitalidad, falta de ilusión, de entusiasmo, pereza, apatía,… y más cansancio. Pero como todo esto sucede poco a poco, solemos confundirlo con la edad y decimos cosas como “son los años” o “me hago mayor” pero no son los años, son cómo hemos tratado en esos años a nuestro hígado. Cuidamos bastante poco la alimentación, tomamos como normal una alimentación llena de excesos, y nos tratamos bastante mal emocionalmente, luchamos muy poco por nosotros y nuestros sueños y por defender el tipo de vida que queremos y nos dejamos llevar con demasiada facilidad por lo que quieren los demás, por lo que quiere la sociedad o simplemente por lo que no nos atrevemos a hacer.. y al final la frustración también agrede a nuestro hígado.
Por eso yo suelo referirme al hígado como nuestro eterno sacrificado, porque realmente no somos conscientes de todo el servicio que nos presta, porque nunca presume de ello y porque nunca se queja cuando abusamos de él.
“Cuidemos un poquito a nuestro hígado para que él pueda seguir cuidándonos mucho a nosotros.”
Rosana Ferre