El miedo ante la idea del examen es un síntoma muy frecuente en todos nosotros. El miedo empieza mucho tiempo antes del momento del examen, normalmente en el momento en que se pone la fecha del examen. Desde este momento, nuestra mente empieza a proyectar sus miedos y sus inseguridades ante el examen, aparecen las dudas: “no seré capaz, no me dará tiempo a aprenderme todo el temario, no sabré explicarme bien, y si me pongo nervioso”
Esta serie de ideas negativas nos van bloqueando la mente, de manera que cuanto más pensamos en ellas, menos podemos estudiar y concentrarnos, hasta el punto de llevarnos al pánico absoluto y a ese temido momento en el que nos encontramos frente al examen y somos incapaces de recordar nada, nuestra mente se colapsa, empieza la ansiedad, el sudor frío, el nervio y finalmente la huida, huimos del examen porque nos sentimos incapaces de afrontarlo.
¿Por qué pasa esto? ¿De dónde viene el problema? Normalmente la raíz del problema está en que nos sentimos inseguros de nuestras capacidades, y normalmente esta inseguridad se remonta a la más tierna infancia. Si de niños se nos daban bien los estudios y se nos potenciaba positivamente nuestro trabajo y nuestra inteligencia, normalmente el niño se va a sentir muy importante “muy mayor” cuando afronte sus primeros exámenes y cuando estos salen bien y sigue el refuerzo positivo, estamos creando en el niño la creencia de que él puede y que él es inteligente. Esta creencia pasará a formar parte de la opinión que él tiene de si mismo, y en principio habremos creados buenos cimientos para no llegar a tener pánico a los exámenes. Por supuesto, más adelante la vida le traerá al niño nuevos retos que deberá ir superando para afianzar la creencia de que “es capaz”, pero las bases, la semilla ya está sembrada.
Pero, ¿qué pasa cuando sucede al contrario? Cuando a un niño se le reprocha lo que hace mal, se le machacan todos sus errores y sobretodo las recriminaciones se acompañan de frases como “eres tonto”, “no sirves para nada”, “no llegarás a nada en esta vida”, “en nuestra familia a nadie se nos han dado bien los estudios”, etc. estamos sembrando la semilla del desaliento. El niño piensa “si mi padre/madre/profesor/ piensa que no puedo (ellos que lo saben todo) pues evidentemente no puedo”. Y aquí se inicia el principio del desastre, “si creo que no puedo o que no soy capaz, efectivamente no podré y no seré capaz”
En los cursos de Flores de Bach podrás aprender como actuar ante esta situación muy frecuente que nos ocurre a menudo.