Durante muchos años se ha creado y ha ido creciendo cada vez más la obsesión con la proteína. Seguro que a casi todos los veganos en algún momento les han hecho la típica pregunta –¿y de dónde obtienes tus proteínas? Muchos atletas hasta hace poco aumentaban el consumo de productos carnicos antes de las competiciones, porque pensaban que así podrían mejorar su rendimiento. Además, los suplementos de proteína están disponibles en muchas tiendas de alimentación. Esta preocupación por el consumo de proteínas no está del todo justificada.
Aunque la proteína es un nutriente esencial en el buen funcionamiento de nuestro organismo, no se necesitan grandes cantidades. La cantidad diaria recomendada (CDR) es alrededor de 0,8 gramos de proteína por cada kilogramo de peso.
Así pues, la respuesta es rápida y sencilla, los veganos obtenemos las proteínas suficientes de alimentos de origen vegetal que contienen cantidad de proteínas. Una dieta vegana saludable es más que suficiente para proporcionar a tu cuerpo la cantidad de proteína necesaria para el buen funcionamiento de tu organismo, ya seas un niño, una mujer embarazada, un deportista o alguien con una vida muy activa.
Las principales fuentes de origen vegetal de proteínas incluyen:
·Legumbres: guisantes, judías, garbanzos, lentejas, derivados de la soja (tofu, heura, tempeh, leche vegetal o postres de soja, etc).
·Frutos secos: anacardos, almendras, cacahuetes, pistachos…
·Semillas: de calabaza, chía, girasol, sésamo, cáñamo, etc.
·Cereales: trigo, avena, trigo sarraceno, mijo, quinoa, amaranto, pasta, pan, seitán (que contiene 75 g de proteína por cada 100 gramos).
Al investigar un poco acerca de las proteínas vegetales rápidamente nos damos cuenta de los falsos mitos que existen acerca de la proteína animal, causante además de muchas enfermedades cardiovasculares y de distintos tipos de cáncer.
Y es que, llevando una dieta variada que contenga verduras, cereales, frutas, legumbres y semillas ya tenemos todas las proteínas que necesitamos. Y además hablamos de proteínas completas, formadas por aminoácidos esenciales, aquellos que el organismo no es capaz de generar por sí mismo y que hay que preocuparse por introducirlos en nuestra dieta.
Hacemos un inciso para explicarlo mejor. Las proteínas están compuestas por 21 aminoácidos, que son algo así como los «ladrillos» que las construyen. De estos, 8 aminoácidos (para adultos; en el caso de los niños pequeños son 10) deben obtenerse directamente de los alimentos y son los llamados aminoácidos «esenciales».
Los restantes se identifican como «no esenciales» porque puede ser fácilmente producidos por el cuerpo.
Los 8 esenciales son: isoleucina, leucina, valina, lisina, metionina, fenilalanina, treonina y triptófano.
No esenciales: alanina, ácido aspártico, asparagina, ácido glutámico, serina.
Condicionalmente esenciales: arginina, cisteína, glutamina, glicina, prolina, tirosina, histidina.
Las verduras, los cereales y las legumbres tienen aminoácidos, con lo cual sin comer nada de proteína, tu cuerpo ya tiene los aminoácidos necesarios para construir su propia proteína humana. Y si los cereales son integrales ya te estás pasando del porcentaje diario recomendado. Nos estamos preocupando demasiado por la carencia de proteínas cuando deberíamos darle más atención a la falta de nutrientes. Y con una buena fuente de verduras llegamos a todos ellos. Pero ¿cuántas personas comen suficiente verdura en su día a día? Lo que nos tiene que preocupar es la cantidad de verdura que comemos, y los hidratos de carbono, que nos aportan la energía imprescindible para nuestro cuerpo.
Por lo tanto y para acabar, diremos que al obsesionarnos tanto con las proteínas, estamos teniendo un exceso, y con ello aparecerán problemas hepáticos, renales, tendencia a padecer de ácido úrico, gota, reuma, enfermedades artríticas… En lugar de obsesionarnos con las modas sobre dietas milagro, superalimentos, o carencias, lo que deberíamos hacer es querernos más y cuidarnos más, y la mejor forma de hacerlo es comiendo bien y de forma equilibrada. Y si además vamos dejando cada día, poco a poco, los productos de origen animal, no sólo estaremos más sanos sino que estaremos contribuyendo a cuidar del planeta y sus seres vivos.
Todos tenemos la oportunidad de hacer una diferencia cada día a través de las decisiones que tomamos. Si suficientes personas adoptan costumbres más conscientes todavía podemos salvarlo.
Génesis Gutiérrez