Todos sabemos que el deporte es sanísimo, que mejora nuestra circulación, refuerza nuestro corazón y es uno de los mejores preventivos de la vejez y de las enfermedades que la suelen acompañar…pero, ¿sabíais que también es muy bueno para mejorar el rendimiento del cerebro? Pues sí, mejora nuestra capacidad de aprendizaje y nuestra memoria.
Esta semana he descubierto a otro gran autor, David Bueno, varios de sus libros han caído en mis manos y es un verdadero placer leerlo. David Bueno es neurólogo, profesor e investigador de genética en la Universidad de Barcelona y muchos de sus estudios y escritos se centran en la relación entre la estructura del cerebro y las funciones mentales (las capacidades intelectuales y emocionales, la capacidad de aprendizaje,..). En uno de sus textos explica de manera exquisita porqué hacer deporte mejora el rendimiento intelectual.
Por la experiencia, de manera empírica (por observación) sabemos que el deporte enlentece el envejecimiento del cerebro, previene y ayuda a mejorar los estado depresivos y acelera la recuperación de enfermedades degenerativas del cerebro, entre otros muchos beneficios. Esto seguro lo sabemos todos, pero, ¿saber por qué? David Bueno nos explica que el ejercicio hace que los músculos fabriquen una proteína que es capaz de producir cambios estructurales en el cerebro. Especialmente el ejercicio cardiovascular de resistencia (ciclismo, atletismo, running, senderismo,…) mejora nuestro estado de ánimo, nos hace más optimistas, nos sentimos más activos y vitales. En anteriores entradas nuestras a este blog ya hablamos de la dopamina y la serotonina y en ambas vimos que el deporte hacia aumentar sus niveles en nuestro organismo. Pero, estos neurotransmisores o endorfinas, no explican por qué nuestro cerebro aprende mejor o por qué es capaz de memorizar de manera más eficaz.
David Bueno, nos explica que aparte de estas (y otras endorfinas) que se liberan tras hacer deporte, en el propio cerebro se sintetiza una molécula llamada BDNF que activa especialmente el hipocampo de nuestro cerebro, la zona que se encarga de la memoria. Esta molécula tiene la capacidad de alargar la vida de nuestras neuronas y mejora su capacidad para crear nuevos enlaces (lo cual puede equivaler a aprender nuevas cosas), nuevas sinapsis neuronales. Esta molécula pues, es capaz de crear cambios estructurales y fisiológicos en nuestro cerebro.
Por otro lado, cuando hacemos ejercicio, en nuestros músculos se incrementa el metabolismo, que está regulado por una proteína, la PGC-1 que a su vez favorece la producción de FNDC5 que ayuda a quemar la grasa muscular y que en ese proceso deja una parte de ella, la irisina. Esta es la parte que nos interesa, resumiendo, cuando los músculos se ponen a trabajar, especialmente en deportes de resistencia, vamos quemando grasas, aumentando nuestro metabolismo y para que todo este proceso funcione nuestro cuerpo necesita del trabajo de diversas proteínas. Una de las sustancias que aparece tras todo este trabajo es la irisina. La irisina viaja hasta nuestro cerebro donde estimula a las neuronas a crear más cantidades de BDNF que como acabaos de explicar más arriba tiene la capacidad de actuar sobre el hipocampo mejorando la memoria y la capacidad de retentiva, también ayuda a crear más sinapsis, facilitando los procesos de conexión de ideas y aprendizaje, previene el envejecimiento de las neuronas, enlentece el progreso de las enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer o el párkinson y en caso de daños cerebrales por accidentes o lesiones, también ayuda en el proceso de rehabilitación de las mismas.
Así pues como ya decían nuestros antecesores históricos «mens sana in corpore sano». Para estar sanos hay que ejercitar la mente y el cuerpo, si queremos llegar a viejecitos muy lúcidos y sanos a todos los niveles, uno de los secretos gritados a voces es la realización de deporte.
Así pues, ahora que se acercan las vacaciones ten esto bien presente, e introduce el deporte en tu rutina diaria.
Rosana Ferre
Esta noticia está basada en textos de David Bueno, su redacción está hecha con el máximo cariño y respeto hacia un autor al que admiro profundamente, cualquier posible error en este artículo (espero no haberlo cometido), será achacable única y exclusivamente a mí misma, seguramente por mis conocimientos limitados en neurología y biología, muy lejos de los de nuestro admirado profesor.