“Más malo que la retama y más bueno que el acebo” dicho popular.
Acebo, ilex aquifolium, planta de hojas verdes brillantes, con pinchos y bayas rojas, una planta que todos conocemos pues decoramos con ella nuestro hogares en navidad, pero… ¿sabemos por qué??
El acebo es una planta utilizada ya por los druidas celtas y por los antiguos romanos, mucho antes de que se «inventara» la navidad. Los antiguos romanos, en el solsticio de inverno celebraban las saturnalias, unas fiestas en honor al dios saturno, llevadas a cabo por los agricultores y que consistían en varios días de fiestas llenas de excesos de todo tipo. En estas fiestas se usaba en acebo para decorar las casas e incluso (tal cual hacemos ahora) decorar también los regalos y las ofrendas. Plinio (siglo I) habla del aquifolium como «árbol evocador de la fiesta y el desenfreno».
Desde la antigüedad, esta planta ha llamado siempre la atención por diversos motivos, en primer lugar porque en los rigores y nevadas del invierno, el acebo mantiene sus hojas verdes y brillantes, lo cual se tomó como símbolo de fuerza, supervivencia y fertilidad, por eso empezó a usarse para otorgar larga vida a quien lo llevaba, o a los moradores de las casas donde se plantaba. Sus frutos tan rojos como la sangre también parecen representar la fuerza de la vida. Y sus hojas, con poderosas espinas indican protección, por este motivo el acebo empezó a plantarse al rededor de los hogares como margen fronterizo para defender el hogar tanto de ladrones e intrusos como de malas energías, envidias y seres malignos.
En la antigua Galia se usaban las coronas de acebo colgadas de las puertas de los hogares para proteger a la familia de los malos espíritus. Se colgaba en el solsticio de invierno y se dejaba secar hasta el año siguiente para atraer la buena fortuna y la prosperidad.
En la cultura celta, el acebo era muy apreciado por sus druidas. la madera del acebo es muy dura, y los druidas solían hacerse sus varas con esta madera, especialmente las varas que se usaban en los juicios pues se decía que ente el cebo no se puede mentir. La madera del acebo es muy pesada, se hunde en el agua, lo cual fue interpretado por los druidas como símbolo de fortaleza y resistencia, los bastones hechos con la madera del acebo podían matar de un solo golpe a sus adversarios.
Cuenta una leyenda sobre el Roble y el Acebo que: cuando el sol calienta en verano, el rey Roble es feliz regalando su sombra y protección a sus súbditos que buscan reunirse bajo sus hojas a buscar la protección del sol y el calor. Llegado el otoño, el Roble empieza a preocuparse, pues sus hojas se marchitan y se caen y no es capaz de proteger a sus gentes del frío. Al llegar el invierno, el Roble se desespera, pues sus gentes mueren de frío y él no es capaz de calentarlos. Entonces llegó el Rey Acebo, cargado de hojas verdes y le dijo al Roble: «Descansa ahora en invierno, yo cubriré y protegeré a tus súbditos del frío y cuando tus ramas vuelvan a florecer tus súbditos te estarán esperando». El Acebo es y ha sido siempre símbolo de esperanza y vida en los rigores del invierno, de las pocas plantas que mantiene sus hojas verdes y dan frutos en la época más estéril del año.
Cuando el cristianismo se impuso en Europa, lo que hizo fue simplemente seguir con las mismas tradiciones paganas y les cambiaron el simbolismo, a partir de entonces no se celebra el solsticio de invierno, sino la navidad, y el acebo paso a representar a Cristo, sus frutos rojos simbolizarían la sangre que Cristo vertió por su pueblo y las espinas del acebo, la corona de espinas que Cristo llevó en su crucifixión.
El acebo, deriva su nombre del término latin «acer» que hace referencia a su sabor acre y «acerbus» que hace referencia a la forma recia, agresiva de sus hojas. El acebo es muy rico en alcaloides, especialmente en cafeína y teobromina, que le otorgan a la planta propiedades estimulantes y tónicas, también cardiotónicas y diuréticas. En grandes cantidades estarían contraindicadas en gente hipertensa y con problemas cardíacos. También es rico en ácidos (cítrico y málico), en taninos, en rutina y en un principio amargo, la ilicina que es tóxico. En las navidades debemos tener especial cuidado con las decoraciones que pongamos en nuestro hogar de acebo, pues especialmente sus bayas son muy tóxicas y pueden llegar a ser mortales (además de muy atractivas) para los niños. La ingesta de estas bayas produce una irritación fuerte en todo el tubo digestivo, que puede llevar a vómitos y diarreas, también puede afectar al sistema nervioso y al corazón, y en dosis superiores a 20 bayas puede llegar a ser mortal. Con lo cual el acebo nos muestra su doble cara, es una planta que protege el hogar al tiempo que lleva la destrucción en su seno.
Es curiosa esta doble cara del acebo. En flores de Bach, el acebo se utiliza para la transmutación, en su polo más negativo el acebo o la personas que es acebo muestra sus peores características, la envidia, el odio, los celos,… en estos casos la toma de la flor de Bach del Holly (Acebo) ha de conseguir la transmutación de estas emociones en sus polos opuestos, el amor, la compasión, el perdón,… de hecho esta es la transmutación que se supone representa o debería representar Cristo para la humanidad. Cada nuevo aspecto del amor, lleva consigo implícitamente su parte oscura: cuando nos enamoramos locamente, es cuando aparece el miedo a perder a la persona amada y por tanto los celos; cuando deseamos ser mejores es cuando vemos que hay personas siempre mejores que nosotros y aparece la envidia; cuando amamos profundamente y nos hieren a aparece el odio;…. cada faceta del amor, lleva consigo unido el miedo, es decisión del ser humano dejarse arrastrar por el miedo y sacar lo peor de nosotros: el odio, el rencor, la envidia, los celos,… o centrarnos en su aspecto más bello y potenciar lo mejor del amor: la bondad, la caridad, el perdón, la generosidad,… este se supone es el mensaje de la navidad y esta es la transmutación que representa el Acebo en las flores de Bach.
En estas fechas y en el resto de nuestra vida, hagamos la transmutación del acebo y ofrezcamos al mundo siempre la mejor versión de nosotros mismos, pues el mejor modo de ser feliz que conseguir que los que nos rodean lo sean.
Rosana Ferre